Desapegos y otras ocupaciones.

domingo, 28 de febrero de 2016

ASENTADO EN LA NADA



El mundo se desentendió de mí,
tuve que empezar a vivir en otro;
más oscuro, más denso, más propio.
El silencio se convirtió en mi mejor aliado.
Nunca me comprometí a nada
y muchas veces salí derrotado.

Descompuesto,
destripado.
El futuro llegó sin avisar
y se instaló para siempre
detrás de mis ojos rotos,
de mis párpados inhumanos.

Me agarró desde dentro
y enterró mis manos
en su podredumbre de cieno,
en su silencio eterno.
Borrándome.
Atiborrándome de miedos,
de escrúpulos,
de mis propios y absurdos inventos.

Me encerré en mi piel,
no vi nada fuera.
Todo era negro,
todo estaba despintado y muerto.




Me arranqué trozos de mí mismo
y los escupí al fuego,
los lancé lejos,
sin saber lo que hacía
ni adónde me encaminaba.
En suspenso...

Tropezando con las paredes de la memoria,
quería morir poco a poco.
Íntimas tormentas me devoraban,
ocupando, apenas, los huecos de mi vida,
derramando mi sangre en mi conciencia.
Destrozándome las entrañas con mis propias garras,
huyendo del agua
como un lobo rabioso,
siempre asentado en la nada.


Ilustraciones: Wassily Kandinsky

Octubre/noviembre 2014

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