Desapegos y otras ocupaciones.

domingo, 10 de marzo de 2013

"LA FALTA". Paula Izquierdo.


Alianza Editorial, 2005. 207 págs.


Parece que los protagonistas de las novelas que comento aquí últimamente estén siempre deseando escapar, huir de algo o, al menos, intentarlo. Espero que esto no parezca un reflejo de mis vivencias personales...



Ese es el caso de Pablo, el personaje principal de esta excelente novela: un psiquiatra de éxito, con una vida ordenada que, de repente inicia su particular catarsis, escapando simbólica y físicamente desde el centro hasta una zona periférica-marítimo-desértica fácilmente identificable.

"Quizá si no hubiera vivido como he vivido, no estaría aquí. Tal vez mi vida hasta ahora haya sido una especie de preámbulo, de prólogo, un ensayo general para esta actuación final. O quizá la vida esté hecha de prólogos sucesivos, fragmentarios para la única actuación decisiva: la muerte."

"Poco tiempo después de separarme, recuerdo que mi amigo Rafael también se separó de su mujer, con la que llevaba casado más de veinte años. Recuerdo que hablamos de cómo se encontraba y que me dijo que de lo único por lo que sentía nostalgia era de su lugar en el sofá frente al televisor. Él no lo reconoció en su día, pero creo que esa forma tan frívola de expresar cómo estaba implicaba algo mucho más profundo."


El otro personaje, destacadísimo, es Sara: la hermana escritora de Pablo a la que éste (diez años mayor que ella), sólo empezará a conocer de una forma "indirecta" pero tremendamente impactante para él.

Como suelo hacer, transcribiré algunos fragmentos de los que más me han llamado la atención. Especialmente, las palabras de Sara referidas al acto de la Escritura:

"La escritura es la porción de masoquismo que todo ser humano necesita."

"A veces tengo la sensación de que los escritores estamos poseídos por una suerte de maleficio. Es como si con cada novela quisiéramos descubrir una parte distinta de nosotros mismos, cuando en realidad es siempre la misma. Este pensamiento me bloquea. Me deja atónita. Pierdo el sentido del ritmo. La música que quiero otorgar a mis frases, y que nadie escuchará, no suena en mi cabeza."

"Intento apresar las palabras, pero se me escurren de las sienes. Sigo siendo una principiante. Pienso que esta vez me voy a estrellar, no es la primera vez que me pasa. Cada vez que empiezo a escribir una historia creo que no voy a poder y, sin embargo, no abandono, o no del todo, me someto, me dejo maltratar y pasado el tiempo, como si de un hecho prodigioso se tratara, llega un día en que la historia está acabada y yo vacía."


Ya leí hace bastante tiempo otra novela de Paula Izquierdo, "El hueco de tu cuerpo", que me gustó muchísimo. Hasta ahora no llegó a mis manos esta otra obra que cumple con las expectativas que tenía y que en ningún sentido me ha decepcionado.

Paula Izquierdo escribe con una prosa muy trabajada, a veces poética, a veces dura, acerada (de acero, de acera...): tal y como son algunos de sus personajes.

"Hay gente que cree que escribe para el bien de la humanidad, de la historia del arte o de la literatura. Yo, en mi caso, hacía tiempo que había descubierto por qué escribía; porque estaba esclavizada, sí, esclavizada por las palabras. Bien, pero entonces, ¿qué necesidad tenía de publicar? Simplemente, rellenando páginas y páginas de letras debería encontrar algo de sosiego. Sin embargo, esto no era suficiente, no me aliviaba. De este modo (...), llegué a la conclusión de que lo que necesitaba no era sólo soltar lastre, sino que iba un poco más allá; no sólo estaba acuciada por el deseo de desprenderme de las palabras, sino también necesitaba dárselas a los demás; que fueran ellos, los lectores, los que las soportaran."

"De hecho, cada vez que me he acostado con un hombre lo único que he sido capaz de pronunciar es el nombre de Dios. Daría cualquier cosa por describir ese a-pensamiento que me recorre desde la médula hasta la punta de los dedos en el tiempo arrancado del éxtasis."

"Reconozco que esta libertad que tanto he deseado en mis cuarenta y un años de vida es un propósito necio que no esconde sino una gran necesidad. Porque cuando me miro por dentro me doy asco, me contemplo las entrañas con estupor, y me pregunto si de eso estoy hecha, de espantosas, lúbricas, viscosas serpientes que se solazan en mis entrañas. Qué repugnancia."




Estas son algunas de las 
acepciones que nos ofrece el diccionario de la RAE. Cualquiera de ellas o todas a la vez, pueden ser válidas, apropiadas para justificar el título de esta novela:
- Defecto o privación de algo necesario o útil.
- Quebrantamiento de una obligación.
- Ausencia de una persona del sitio en que debía estar.

Paula Izquierdo.


Las imágenes de arriba son de Joyce Tenneson.

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