Desapegos y otras ocupaciones.

domingo, 10 de marzo de 2013

"CIUDAD ABIERTA". Teju Cole.


Editorial Acantilado,  2012. 294 páginas.
Traducción: Marcelo Cohen.

Ya sabéis: esas listas que aparecen a finales de diciembre con lo más, con los mejores de los 365 (ó 366) días que marcan lo que llamamos un año.
En músicas, en pelis y, por supuesto, en libros, que es lo que aquí nos interesa.

Yo las consulto, no sé vosotros. Siempre a la búsqueda de algo nuevo.
Mi nómina de "fijos" es amplia, pero me gusta irla agrandando con más hallazgos.
Hay ocasiones en que uno acude a su librería de guardia y allí, curioseando, encuentra alguna portada, algún título, algún nombre de autor que "le llama", sin saber muy bien por qué.

Ahora, con esto de internet y las compras "on line", algo de eso tan cercano, tan cotidiano, se ha perdido.
De ahí, mi consulta a esas listas tan listas.
Y en muchas de ellas aparecía el nombre de este autor, sonoro exótico: Teju Cole. Y el título: "Ciudad abierta", sencillo pero sugerente.


Teju Cole.

Así que leí reseñas (que me terminaron de convencer) y me lo agencié. Y lo leí, y me gustó y ahora soy yo el que lo recomienda.

El protagonista, Julius, un joven psiquiatra emigrante nigeriano de madre alemana, pasea por la ciudad de un Nueva York post 11-S, una ciudad "que acoge y que, a la vez, es invadida". Durante esos larguísimos paseos, necesarios, vivificantes para él, se suceden encuentros con personajes ensimismados, historias de la gente que conoce, incluyendo la de algunos de sus pacientes, de los que trata de olvidarse cuando está "fuera", sin conseguirlo siempre.

No sólo en sus paseos, sino en sus visitas a sitios emblemáticos de la capital del mundo: parques, museos, centros penitenciarios, la misma "zona cero", vamos asistiendo a las propias reflexiones de Julius y las conversaciones con los otros, reflejando sus opiniones  sobre interesantes temas: arte, música, política, inmigración, racismo, la cuestión palestina, el islamismo extremo. 
Sobre la condición humana, en dos palabras.

Otros dos escenarios en los que transcurre esta novela: Nigeria, con retazos de la niñez del protagonista y Bélgica, país al que se desplaza para intentar localizar a su abuela materna de la que hace años que no sabe nada.

Un libro para leer muy tranquilo, empapándose en las descripciones e ideas de Teju Cole (fotógrafo e historiador del arte, además de escritor) que suplen la ausencia de un argumento propiamente dicho. 
Entre otros, esta obra ha sido galardonada con el prestigioso Premio PEN/Hemingway 2012.





Algunas citas:

"(...) la estatua de la Libertad era una verde mota fluorescente contra el cielo, y más allá estaba Ellis Island, foco de tantos mitos, pero construida demasiado tarde para los primeros africanos -que de todos modos no eran inmigrantes- y cerrada demasiado pronto para que pudiera significar algo para africanos posteriores como Kenneth, el taxista o yo."

"(...) cuando yo era joven, Europa era un sueño. Más aún: era el sueño. Representaba la libertad de pensamiento. Queríamos venir y adiestrar la mente en este espacio libre. Cuando estudiaba en la universidad, en Rabat, yo soñaba con Europa, nos pasaba a todos, a mis amigos y a mí. No con Estados Unidos, que ya nos causaba aversión, sino con Europa. Pero me ha decepcionado. La libertad de Europa es pura fachada. El sueño era una quimera."

"(...) la responsable de Israel debería ser Alemania. Si alguien debería llevar la carga son los alemanes, no los palestinos. Los judíos fueron a Palestina desde otros lugares. ¿Por qué? ¿Porque vivieron allí hace dos mil años? Permíteme darte un ejemplo de cómo es esto. Khalil y yo somos marroquíes, somos los moros. En un tiempo gobernamos España. ¿Y cómo caería ahora que invadiésemos la península ibérica y dijéramos: En la Edad Media esta tierra la gobernaron nuestros antepasados, así que es nuestra: España, Portugal, todo. No tiene sentido, ¿no? Pero los judíos son un caso especial."

"Mire, yo conozco esos casos, esos jóvenes que van por ahí tomándose el mundo como una ofensa personal. Es peligroso. Que alguien sienta que es el único que sufre es muy peligroso. Semejante grado de resentimiento es una receta para tener problemas. Nuestra sociedad se ha abierto a gente como él, pero una vez que vienen sólo se les oye quejarse. ¿Qué sentido tiene mudarse a un sitio sólo para probar lo diferente que es usted? ¿Y por qué esa sociedad va a recibirlo contenta?"

"Somos los primeros humanos sin la menor preparación para el desastre. Vivir en un mundo seguro es peligroso. (...) Procuramos olvidar que en otros tiempo otras ciudades han visto cosas peores, que no hay nada que nos inmunice contra todas las pestes, que somos tan vulnerables como cualquier civilización pasada pero estamos especialmente desprevenidos."






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